El Animal Dentro de la Mujer: La Teoría del Útero Errante

“Yo no tengo un útero, pero conozco a mujeres que sí. Todo el tiempo, me dicen, 'Lo siento, por andar fuera de quicio, ¡mi útero empezó a moverse al rededor de mi torso desde ayer!' Yo les digo que deberían probablemente ver a un doctor – o al menos a un hechicero – inmediatamente.

Suena loca, pero en la Antigua Grecia, esta conversación sería cosa frecuente. Verás, para los Griegos, no había enfermedad más peligrosa para una mujer que cuando su útero erraba espontáneamente al rededor de su cavidad abdominal. Fue una enfermedad que nadie más que el gran filósofo Platón, al igual que Hipócrates, el “padre de la medicina moderna,” describió extensamente.

Los médicos Griegos estaban posiblemente obsesionados con el útero. Para ellos, era la clave para explicar por qué las mujeres eran tan diferentes de los hombres, tanto física como mentalmente. Para Hipócrates y sus seguidores, estás diferencias se podían explicar por un “útero errante.” El médico Areteo de Capadocia llego al punto de considerar al útero como “un animal dentro de otro animal,” un órgano que se “movía por aquí y por allá a los costados.”


El útero podría ir para arriba o abajo, izquierda y derecha para chocar con el hígado o mover el vaso, afirmaba Areteo, eso manifestaría varios trastornos en las mujeres. Si se movía para arriba, por ejemplo, el útero causaría pereza, falta de energía, y vértigo, “y la mujer tendrá dolor en las venas de cada lado de la cabeza.” De descender el útero, habría una “fuerte sensación de sofoco, perdida del habla y sensibilidad” y, más dramáticamente, “una súbita e increíble muerte.”

Afortunadamente, el útero tenía un punto débil. “Se deleita de olores dulces,” añadía Areteo, “y avanza hacía ellos; y tiene una aversión por los olores fétidos, y se aleja de ellos.” Y sí, adivinaste: para curar al útero errante, los médicos podían ponerlo en su lugar aplicando esencias placenteras en la vagina, o alejarlo de la parte superior del cuerpo y ponerlo donde pertenece haciendo que la afligida oliera estos olores fétidos.

Hubo sin embargo, un disidente Griego de nombre Sorano. Este médico, escribe Helen King en su ensayo “Once Upon a Text: Hysteria From Hippocrates.” argumentaba que el útero no se movía, y que el éxito de la terapia de olores no se debía a que un órgano animalesco reaccionara a los olores, sino que tales aromas causaban una relajación o constricción de los músculos.

Cómo pueden los hombres tener los síntomas del útero errante – los dolores de cabeza y el vértigo y, por supuesto, una súbita e increíble muerte – sin poseer un útero, es bastante problemático para la teoría. Pero para los Griegos, el útero era claramente resultado de las maneras bribonas de la mujer, y posiblemente una debilidad (Aristóteles sostuvo que la mujer era un hombre “deformado” o “mutilado”). El útero era, si lo prefieres, como una versión más intima del talón de Aquiles.

Y vaya sorpresa: La amenaza evidente que suponía un útero errante fue usado como escusa para negar el poder a las mujeres, según King. Una receta, como ejemplo, era que las mujeres se mantuvieran embarazadas tan a menudo como fuera posible para mantener ocupado al obsesivamente aburrido útero, y de esta forma mantenerlo en su lugar. Los médicos también recetaban sexo constante.

Aunque el médico Galeno se distanció de la noción de un órgano errante, ya en tiempos Romanos, consideró que eran las membranas que le sostenían las que tendían a elevarlo de su lugar. El problema según él, era la “sofocación” del útero por la acumulación de sangre menstrual o, incluso peor, la versión femenina de la “semilla” que se mezcla con el esperma masculino. Las semillas retenidas se pudrían y producirían vapores que corromperían otros órganos.

Después de la caída del Imperio Romano y médico Bizantino de nombre Pablo de Agina propuso una cura imaginaría: Hacer a la dama estornudar y, no es broma, gritarle. En el mundo Islámico se adoptaron los conceptos de Areteo (el órgano errante) y la idea de la sofocación de Galeno, expandiendo enormemente las causas de, y las curas para, los malignos vapores uterinos.

Ya para el 1500, afirma King, “la tradición de la histeria estaba completada.” Mientras que ya no se pensaba que el útero realmente se moviera, seguía siendo culpado por la aparente irracionalidad de las mujeres. A través de varios miles de años, el útero pasó de ser culpable por las enfermedades físicas femeninas a ser una manera de explicar sus disfunciones psicológicas.

En los años posteriores a 1700, la causa teórica de la histeria empezó a pasar del útero al cerebro. Aunque esto no detuvo la conmoción del siglo 19 por la histeria, con numerosas curas para aquellos desorientados úteros, incluyendo la hipnosis y artefactos vibratorios, las duchas pelvicas y en muchos casos hasta la extirpación del útero con mortales consecuencias.

Hasta el momento el útero por lo general es un gran desconocido para las mujeres, y es compresible ya que ha sido tan maltratado a lo largo de la historia a la vez que se ha reprimido la sexualidad femenina, la salud de la mujer quedó durante mucho tiempo en manos de los hombres y hasta nuestros días aún no entendemos la importancia del desarrollo sexual femenino y del papel del útero en la salud de la mujer, pero hay varias mujeres que han tenido que investigar y dar la vuelta a muchas de las teorías o visiones de la sexualidad humana, entre ellas están Casilda Rodrigañez, Laura Gutman, Jean Liedloff, y muchas más mujeres que han dedicado muchos años a la investigación y a desenmarañar todas estas explicaciones y visiones de la sexualidad femenina, ¿por qué no has escuchado mucho de ellas? No tengo idea pero seguro te convendría saber más de sus trabajos.


Referencias: “Once Upon a Text: Hysteria From Hippocrates,” Helen King y “Pariremos Con Placer,” Casilda Rodrigañez

@MudoZeitgeist Para Un Tipo de Traje y Corbata


Comentarios

  1. muy bueno, ya habia leido algo de hysteria, pero aqui lo describes mas digerido, gracias!

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